A VUESTROS CUERPOS DISPERSOS / EL MUNDO DEL RÍO.
Lux Lindner
Catálogo de la muestra “Hecho en Argentina”, 2018
El ciclo de novelas del Mundo del Río escrito por Philip José Farmer entre 1971 y 1983 imagina la resurrección de toda la raza humana en las orillas de un río infinito. Cada individualidad autoconsciente que ha pisado la superficie de la tierra (escritor, dictador, guardaparques, lo que venga ) despierta en un valle fluvial de montañas inescalables. ¿Quién ha dispuesto este escenario desquiciado?, se preguntan los reintegrados al Espacio-Tempo! ¿Están en el fin de semana anterior o posterior al Juicio Final? Pensé en este ciclo de novelas cuyo primer volumen leí en mi adolescencia y creía olvidado por completo al mirar un cuadro pintado por Susana Marenco en 2015 llamado Cuando Perdimos el Tren . En esta tela, así como en aquellas tituladas Un Hombre que Está Solo y Espera o Los Testigos aparecen personajes reconocibles para nosotros, mayormente artistas ya fuera de la Temporalidad que nos dirigen las mirada apiñados en una estrecha franja visible ocupada por construcciones entre industriales y precarias y de fondo un pantano de aspiraciones fluviales; el misterioso Rio de la Plata.
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Marenco ya dedicó una muestra anterior a esa situación tan porteña de “darle la espalda al río”. ¡Ella es urbana y prefiere las comedias musicales al guitarreo con fondo de moscardones! Pero ahora mira al río bien de frente, pincel y paleta en mano, lo que no es negocio fácil para el nacido en estas tierras. ¿El Rio de la Plata es río solamente? ¿O es también barroso lente de retardo para un territorio donde cada plan se subleva contra el anterior? Hay algo abismal en el Rio de la Plata . Algo a lo que nuestro arte no se asomado con suficiente persistencia, recostado en la cómoda queja. Algo que tal vez registró Roberto Aizenberg en Padre e Hijo contemplando la Sombra de un Día o Rómulo Macció en sus grandes paneles con incrustaciones oxidadas.
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Convocatoria cromática; ocres de la no-historia, grises de la mecanización, fluorescencias de la novedad comercial hibernando en el container. Esos tintes no van a defraudarnos en las telas que hemos de ver. Pero la veduta que se le ofrece a la pintora desde su plataforma en el undécimo nivel no es solamente óptica / retiniana; es también histórica y geológica. Puede verse el río por el que llegaron los inmigrantes más o menos esperanzados, el puerto que los recibió, el tren que debía transportarlos en dirección contraria a las riquezas de una nación llena de promesas. Pero cuánto sobrevivió de aquel proyecto modernizador para Pampa & Aledaños Ltd.?
Buscando ejemplos sin ir muy lejos tomo nota que esta muestra se realiza en un “Museo de Arquitectura” que fue originalmente tanque de agua para locomotoras a vapor . Después del vapor debía venir el diesel y después la electrificación y con algo de más de suerte un TGV. Pero los sucesores del vapor anglicano vinieron muy, muy de a poquito. O no llegaron, directamente. Y como Marenco no es persona a ser engañada su veduta registra también la ausencia de un proyecto ulterior para la red ferroviaria …con el indisimulable precipitado de tan elegante y tenaz negligencia. Que en los humedales urbanos el desierto no dura mucho en tanto tal, enduido por un modo de vida febril y precario, sin pasado ni futuro… Y de modo asistemático y extrovertido se apila ladrillo sobre ladrillo de puro presente ; se forma la villa.
Dentro de cada armadura ilustrada se retuerce esa dicotomía de aceptar y no aceptar a la vez a esa villa que no ha usurpado otra caso que un vacío proyectual. Un valle de trenes perdidos.
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Marenco es reacia al facilismo y la pirueta de ocasión. Sin eludir las gratificaciones energéticas que propicia el color mantiene los principios de un dibujo sólido. La tradición no le da alergia. Estuvo mas identificada en sus inicios con Carlos Alonso moviéndose con el tiempo hacia el tratamiento más expeditivo que podemos encontrar en Demirjián y Gorriarena. De fondo no la abandonaba De Kooning y su tratamiento libre y pulsional de la figura humana. Hasta que se mudó a la plataforma elevada Marenco era comparativamente intimista.
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En una obra como El Sueño o el Melodrama Argentino creemos sentir un impulsito de Gorriarena . En esta tela quienes dirigen la comparsa en el Allá –Arriba parecen divertirse (un poco como los alienígenas omnipotentes del cuento …) bastante más que la fuerza de trabajo sobre el terreno ( vasto lodo americano!). Una petit sociedad formateada para la pérdida de la individualidad. La presión grupal apenas disimulada por exaltaciones cromáticas localizadas aparece también en obras como “Los Ausentes” que sugiere asimismo la mutua exclusión de “prósperos integrados” y esos “postergados invisibles” que no asomarán la cabeza desde su container existenciario de no mediar algún excelente motivo.
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Palabras de Marenco: “Mis pinturas pretenden resonar en el observador aquello que a mí me sucedió mirando ese río cercano y distante a la vez. Porqué unos sí otros no, porqué siempre dos posiciones en apariencia contradictorias y caras de una misma moneda: el ser argentino.”
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Lo que es yo vuelvo a donde empecé, al Ciclo del Mundo del Río. A medida que avanza la historia los personajes se van dando cuenta que forman parte del vasto experimento socio-antropológico de alienígenas cuasi-omnipotentes. Cuando el experimento termine saldrán de la Temporalidad una segunda y última vez. ¿Podrán evitarlo? ¿Y tendría algún sentido tal intento?
Hacia atrás en la Temporalidad emerge la barranca mordida / mordiendo el río lodoso, que no será muy estética, pero cuya cercanía Marenco imagina prodigiosa y llena de energía. ¿Se ha perdido esa energía? ¿Dónde quedó eso que la energía nunca se pierde?
Hecho en Argentina con matrices humanizadoras llegadas del otro lado del océano. Matrices sospechadas, discutidas, Matrices que pueden morir por segunda vez. O tal vez no. Porque aún rehenes de la Argentinidad conservamos el derecho de averiguar si la cima ya no es alcanzable. O sí.
Lux Lindner 2018