La vida pasa frente a mis ojos: formas, contrastes y movimiento impactan mi retina como las palabras y hechos impactan mi alma. La pintura me permite traducir. Tal como respirar, la observación es parte de una rutina que me es imposible abandonar: la gente, la intimidad, el mundo fuera, la ciudad, los otros – un reflejo de mi misma, todo ocurre para ser la excusa perfecta de mi versión de la realidad.